……….. un salvamento que Caballero, que era así como se llamaba el homólogo español de Jean Cloud, realizó a un compañero de pantalán, muy popular él por las fiestas y barbacoas que casi todos los fines de semana montaba al pie de su velero. Incluso alguna vez traía chocolate caliente y churros y daba de desayunar a todo los armadores que encontraba en el pantalán.
Pues bien, este buen señor decidió un día salir a navegar con unos amigos, saltándose a la torera un parte meteorológico que daba avisos de temporal. El resto de la historia es un manual de como no se hacen las cosas; salieron solo con la vela de proa, con lo que además de desequilibrar el barco complicaba más las maniobras, y en vez de dejar mar a sotavento se pusieron a navegar tan pegaditos a la costa que se vieron obligados a virar tan oportunamente y con tal "pericia marinera" que las escotas se enredaron, quedándose a merced de las olas y buscando muy nerviosos (la escollera estaba a distancia de escupitajo) algo con que cortar el enredo de cabos. Lo asombroso, lo pasmoso, lo increíble, lo alucinante, es que en un barco de vela, es decir un mundo gobernado a base de cuerdas en todas sus manifestaciones, que era además conocido como la fuente eterna de carne a la brasa, no encontraron ni un cuchillo ni nada que cortara; ni navajas, ni tijeras, ni escalpelos, ni cortaúñas; la tripulación mirando alternativamente al la vela, que inútil gualdrapeaba al viento, al patrón, que de seguro querría estar en otro sitio, a las amenazadoras rocas cubiertas de espuma que ya podían oler y a las grandes olas que inexorablemente les acercaban al desastre, cuando una feliz idea iluminó el páramo de desesperación en el que nadaba el patrón……
¿Que idea se le ocurrió al astuto patrón?
Maña se sabrá
Pues bien, este buen señor decidió un día salir a navegar con unos amigos, saltándose a la torera un parte meteorológico que daba avisos de temporal. El resto de la historia es un manual de como no se hacen las cosas; salieron solo con la vela de proa, con lo que además de desequilibrar el barco complicaba más las maniobras, y en vez de dejar mar a sotavento se pusieron a navegar tan pegaditos a la costa que se vieron obligados a virar tan oportunamente y con tal "pericia marinera" que las escotas se enredaron, quedándose a merced de las olas y buscando muy nerviosos (la escollera estaba a distancia de escupitajo) algo con que cortar el enredo de cabos. Lo asombroso, lo pasmoso, lo increíble, lo alucinante, es que en un barco de vela, es decir un mundo gobernado a base de cuerdas en todas sus manifestaciones, que era además conocido como la fuente eterna de carne a la brasa, no encontraron ni un cuchillo ni nada que cortara; ni navajas, ni tijeras, ni escalpelos, ni cortaúñas; la tripulación mirando alternativamente al la vela, que inútil gualdrapeaba al viento, al patrón, que de seguro querría estar en otro sitio, a las amenazadoras rocas cubiertas de espuma que ya podían oler y a las grandes olas que inexorablemente les acercaban al desastre, cuando una feliz idea iluminó el páramo de desesperación en el que nadaba el patrón……
¿Que idea se le ocurrió al astuto patrón?
Maña se sabrá
Pepe, vaya blog tan chulo que tienes, como te lo curras tío...
ResponderEliminarOye aprovecho para recordarte que le eches un ojo al mio, mas humilde, pero con recuerdos que te sonarán.
www.laguaridadelpato.com