...........”está bien, quédate en casa; pero vas a hacer lo que yo te diga, toma este libro y leeteló”. El libro en cuestión era la Odisea. A partir de entonces también picó el bicho de la lectura a Juan Carlos, disponiendo a placer de los libros de su padre, que se limitaba a decirle “ese no, ese si puedes leerlo, no lo entenderás; pero adelante”. Su padre murió en un hospital; estaba bien y de repente se fue. Más tarde Juan Carlos supo, por oscuros medios, que en realidad fue asesinado con una inyección de aire en una vena. De todas estas conversaciones el canoso recuerda sobre todo una que empezó, como siempre, en una de las terrazas que domina la bahía de Arguineguín y al abrigo de unas cervezas. Esta historia comienza con una declaración del mejicano que dejaba bien claro la opinión que tenía de su padre “era un hijo de puta” y a continuación comienza a desgranar un recuerdo de infancia que, verdadero o falso, era evidente que le hacía sufrir; durante una cabalgada con su padre sonó un disparo y una bala pasó zurreando entre los dos. Inmediatamente su padre cargó contra el emboscado cogiéndole prisionero y después de sacarle de donde era y mientras el hombre suplicaba por sus hijos que no le matara disparó sobre él. Lo que me contó a continuación resultó un poco confuso, pues a Juan Carlos le costó contarlo; pero creí entender que su padre le pasó su revolver y le obligó a……
lunes, 16 de julio de 2007
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