martes, 31 de julio de 2007

Capítulo 17

............conseguir sostenerse sobre las dos piernas sin irse de bruces contra la banda opuesta. El segundo conseguir cruzar el tambucho, que no es que fuera muy estrecho, aunque en esos momentos el barbicano necesitaría las puertas de un hangar para no dar con el dintel. El tercero y más peligroso era bajar por la escalera hasta la cabina, algo que ni siquiera es fácil en plena forma. El cuarto era un complicado giro de 180º a la derecha, sorteando además la silla, trincada al suelo, de la mesa de cartas. Y por último el quinto y más fácil, era inclinarse y gatear por la conejera; sencillo por que en el estado del melenudo pelicano inclinarse y gatear era lo más natural. Una peligrosa gymcana; pero aun no se había inventado un desafío que le asustara, así que se concentró, visualizó el recorrido y los agarraderos astutamente distribuidos para navegar con mal tiempo....o con muchas cervezas y se echó al monte, o a la conejera en este caso, sin más problemas que las puntas de los pitones clavadas en la botavara; un golpe CLONG... que hizo levantar las cabezas y asomarse por bañeras y portillos a todos los que pasaban la tarde en el pantalán. El canoso ya está tumbado en la conejera, mecido por los suaves movimientos del barco, con la vista fija en el ocho de luz que ese suave movimiento dibuja con el sol que entra por el portillo. Está tan relajado y tan arrullado por el borboteo del mar que tiene la sensación de estar enterrado en los colchones, tan unido al velero que le parece sentir en la espalda las ondulaciones del agua. Sin embargo este estado de gracia se acaba de repente, el barbicano estaba siguiendo con la mirada una mota de polvo cuando a esta le dio por hacer cosas raras, se desdibujaba y por momentos parecía cambiar de aspecto ¿quizás el golpe con la botavara le está haciendo alucinar? Todas estas elucubraciones se la traían al pairo a la mota que brillaba cada vez más, lanzando destellos tan fuertes que casi no se podían mirar, hasta que el barbado se dio cuenta que en realidad ya no estaba mirando una mota de polvo danzando en la luz, si no un ........

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