lunes, 2 de julio de 2007

Capítulo 7

.........recibió el saludo del vigilante, que ya conocía de antiguo al barbado canoso. Curiosamente este vigilante, al contrario de otros, sonríe, saluda e informa, de una forma amable; un oasis de empatía en un lugar tan necesitado de ella. El segundo saludo lo recibe ya en la misma puerta del burdel (al fin y al cabo la principal actividad de ese sitio es joder al personal) un ser humano con una cara bastante complicada, una especie de Edward G. Robinson; pero sin su maliciosa mirada. Bueno ni maliciosa ni nada, pues es menos expresivo que el palo de una escoba, y menos mal, por que si encima gesticulara sería como hablar con una gárgola; pero expresivo o no, guapo o feo, es un hombre siempre atento con los suplicantes y al canoso le ha ahorrado alguna cola, al indicarle la mesa de algún funcionario dispuesto a escuchar gemidos y rechinar de dientes. Y por fin dentro; a la derecha una cola frente a la chica que siempre contesta al teléfono, detrás de esta chica hay un par de mesas ocupadas por el perfecto funcionario (siempre estan vacias) detrás de estas la de un tipo bajo y medio calvo. Lo curioso de este funcionario es que nunca lo ha visto trabajar; o esta entrando, o saliendo, encendiendo el ordenador o apagándolo y cuando lo tiene encendido esta en hibernación y cuando lo arranca no reconoce sus claves, momento en que una chica que se sienta detrás y que siempre parece hacer 3 cosas a la vez, le dice que lo deje y que ya lo mira ella. A la izquierda está…………

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