.......de buceo, trabajando en la recuperación y salvamento de barcos primero y después para compañías petrolíferas. Fue en esta etapa cuando empezó a navegar, contando, según recuerda el canoso, una travesía desde la costa oeste de México hasta las Filipinas, viaje que casi le cuesta la existencia y no precisamente por algún tifón, si no por que el agua que cargó en las islas estaba en mal estado y le intoxicó gravemente; algo serio si estas solo en medio del Pacífico. De esa navegación cuenta que cuando la fiebre subía mucho se ataba con un cabo y se tiraba al agua, dejándose remolcar por el velero, y que gran parte de la travesía la pasó charlando con un monje que le hacía compañía en la bañera. También por esa época alguien llamó a su corazón aventurero; se casó con la hija del embajador de Holanda en México con la que más tarde tuvo un hijo, retoño, que para su eterno disgusto, acabó en la misma agencia en la que prestó servicio y reclutado por el mismo individuo por el que abandonó esa actividad; una pirueta del destino que no deja de tener cierta poética simetría. Con esta mujer volvió a abandonar su país de nacimiento y se trasladó a Holanda, donde crió a su hijo, construyó un velero de acero con material reciclado y sin que le constara un solo duro y trabajó, según cuenta, en algo relacionado con la seguridad de la embajada de EEUU, mujer, vida, barco y trabajo, que abandonó un buen día hace unos 7 años.............
jueves, 26 de julio de 2007
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